jueves, 30 de diciembre de 2010

Diario peligroso. Día 11.



Mamá me llama triste por teléfono para avisarme de la muerte del tío Pedro, el último miembro de la estirpe por el lado paterno de su linaje. Yo la escucho en silencio, pero le expreso en cuanto puedo lo primero que se me ocurre. "Era muy bueno el tío", le digo. Al otro lado de la línea, su pesar. De este otro lado, la absoluta incompetencia para decir algo más congruente en torno a la figura del querido viejo desaparecido.

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