Ignacio Ruiz-Pérez, Nostalgia de la unidad natural: la poesía de José Carlos Becerra, Instituto Mexiquense de Cultura, México, 2011, 161 pp.
Es útil para una obra literaria que ha logrado
constituirse como referente ineludible dentro del contexto de una tradición
escritural determinada recibir de la crítica audaces miradas y sorpresivos
encuadres teórico-metodológicos. Es sano para la crítica
aventurar aproximaciones que trasciendan la mera disección
impresionista con el fin de proponer modos alternos de asumir y
comprender la obra propiamente dicha en su compleja
arquitectura. La poesía de José Carlos Becerra (Villahermosa,
1936-1970) representa desde hace décadas para la moderna literatura
mexicana una cima no del todo inexplorada, de manera que
cualquier acercamiento riguroso a sus linderos y sus escarpados accesos resultará
siempre un ejercicio provechoso.
En Nostalgia de la
unidad natural, Ignacio Ruiz-Pérez (Tuxtla Gutiérrez, 1976) se
propone examinar la obra poética del tabasqueño bajo una óptica que
trasciende a las "primerísimas aproximaciones" de casi todo lo
escrito hasta ahora en torno a Becerra (incluidas, entre ellas, las lecturas de
Paz, Zaid, José Joaquín Blanco y Álvaro Ruiz Abreu), recurriendo
fundamentalmente, en su propósito, a herramientas de análisis atribuibles
a la semántica lingüística. Para Ruiz-Pérez, lo que importa a la hora de
hablar del autor de Relación de los hechos (1964) es el
sistema de signos que sostiene a cada una de las etapas identificables en
su poesía, y para ello se detiene reposadamente en lo que ha
denominado "unidades creativas", distinguibles a partir de
determinadas preocupaciones autorales y registros lingüísticos.
El ensayo abunda, así, en lo
que, según el autor, era la fascinación de Becerra por "la sorpresa
adánica, votiva y genésica del sujeto frente a los poderes imaginíficos...de
la naturaleza: mar, árboles, animales, cielos, lluvias y antiguos
dioses...", así como por "...el conflicto del sujeto cuando dejaba
atrás la naturaleza edénica y exuberante para enfrentarse a la modernidad, sus
mitos...y sus demoledores aparatos de consumo." Lo que sigue a esta
tesis, esbozada en las primeras páginas del volumen, es su demostración
correspondiente a lo largo del libro. Para ello, Ruiz-Pérez distingue entre
dos grandes momentos de una poesía que parece
oscilar entre "la plenitud" y "la pérdida", entre la
celebración de esa "unidad natural" -que hace su aparición,
a decir del ensayista, en Los muelles, Oscura
palabra y Relación de los hechos- y la
constatación de esa modernidad aplastante que se despliega en
La Venta, Fiestas de invierno y
Cómo retrasar la aparición de las hormigas.
En una primera instancia, Becerra
es el poseedor de un discurso poético capaz de nombrar el mundo natural y
de hacerlo uno con el cuerpo humano en su
dimensión erótica, y en otro instante es la voz que atestigua la disolución de
esa unidad cuerpo-materia, disolución que lamentará de modo irremediable de
entonces en adelante. La noción de nostalgia, en los términos de la
tesis del libro, atiende, pues, al dolor por esa pérdida infranqueable. A
partir de ella, el poema discurrirá sobre la posibilidad del retorno de ese
tiempo mítico en el que la palabra creaba al mundo y era éste una continuidad
del cuerpo, visto desde las potencias creacionistas del poeta.
Es la misma imposibilidad del
retorno la que, bajo la óptica de Ruiz-Pérez, permite la comprensión de la
segunda "unidad creativa" en la obra del poeta muerto en Brindisi.
Perdido el reino donde la imaginación campeaba al punto de igualar naturaleza y
alma del hablante lírico, sólo queda dar cuenta de aquella gradual e
inexorable descomposición. Entonces aparece la distancia crítica en el poema,
aparece la ironía y aparece el conflicto inevitable en el traer a
cuento la realidad. Son los poemas de Becerra que cantan -en la mirada de
Ruiz-Pérez- al desengaño que produce el acto mismo de nombrar, a la soledad que
sigue al amor y a lo absurdo del lenguaje, escindido para
siempre del objeto que lo origina. A este segundo gran conjunto corresponden
los versos que sitúan a la voz del poema frente a la urbe
("Betania", "Apariciones"), ante la muerte ("El
ahogado", "Oscura palabra") y de cara a la
avasalladora exposición de los llamados mass media en el imaginario
colectivo ("Batman", "Ragtime", "El halcón maltés").
No es, con semejante
concentración e intensidad analítica, menor la tarea que Ignacio
Ruiz-Pérez ha echado a andar para explicar -y explicarse- un fenómeno
literario como el de la poética de José Carlos Becerra. El escudriñamiento de
sus signos, la deconstrucción de sus estructuras semánticas y el rigor con
que sitúa a la obra del tabasqueño en el contexto de la poesía mexicana
contemporánea son ejercicios inéditos hasta ahora entre nuestra crítica, ejercicios
que no pueden menos que agradecerse en el imperio ominosamente sórdido de los
lugares comunes.
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